viernes, 1 de julio de 2011

Sobre los indignados

Artículo publicado en CatalunyaReligió.cat. Lun, 27/06/2011

Había pensado escribir en estas páginas un poco al margen de las cuestiones de actualidad. Sin embargo no me resisto a la tentación de creer que todavía puedo decir algo original sobre los indignados, ahora que tenemos ya un poco de perspectiva.

Me hace entrar en el tema también el hecho de haber participado recientemente en un debate en el programa "Para todos la 2" con los profesores de la Universidad Ramon Llull Francesc Torralba y Sergi Corbella. El debate trataba de la imaginación, y derivó a tratar la cuestión de los indignados, a partir de comparar la frase de mayo del 68 "la imaginación al poder" con la situación de ahora. Digamos de paso que todo el entramado que rodea la televisión, y que amablemente nos mostró previamente el coordinador del coloquio Daniel Martí, resulta fascinante para alguien que viene del mundo académico. Es sorprendente la cantidad de personas y medios pendientes de que se produzca un instante televisivo, así como el ritmo del tratamiento de los temas, que pierde definitivamente cualquier parsimonia ante la necesidad de la respuesta rápida y breve, animada por un activo y preguntón moderador, en nuestro caso Juanjo Pardo. Vamos al tema:

Sobre las razones que ha llevado a diferentes personas a la concentración del 15 M y a la posterior acampada en las plazas españolas ya se ha escrito mucho. Hay razones comprensibles otras admirables. Muchos nos hemos sentido interpelados por unos jóvenes, y otros no tan jóvenes, que se movilizan y que querrían un sistema mejor, o que no se sienten representados por el sistema actual. El movimiento ha tenido eco internacional y ha generado unas imágenes colectivas que seguramente tendrán recorrido de futuro.

Parto por tanto del mayor respeto por estas personas, si se movilizan de forma cívica, para proponer cambios o buscar soluciones a la situación de crisis en la que estamos. Hay jóvenes ilusionados con el movimiento, como un ex-alumno que me mostraba en su "smartphone" de última generación algunas fotografías. Me decía: "Ve todo esto que nos ha explicado en clase sobre los símbolos?" Mientrastanto me mostraba una fotografía con una mujer ante una furgoneta de los mossos d'esquadra (policia catalana). Pasaba el dedo deslizándose por la pantalla y me mostraba a continuación la conocida foto del joven deteniendo la hilera de tanques en la plaza de Tiananmen. Ve? Me mostraba otra foto con un joven ofreciendo un clavel a un mosso d'esquadra, deslizaba otra vez el dedo y aparecía una foto de la revolución de los claveles en Portugal. Me explicaba ilusionado y además con la satisfacción-decía-de haber entendido lo que les yo habría explicado sobre los símbolos.

Y yo: "Sí, Joan, pero ..." Y es que, en mi opinión (y en la de muchos), este movimiento presenta otra cara que la podemos entender mejor si repasamos cómo se presentó y apareció el fenómeno en la prensa internacional, que lo miraba desde más distancia y no estaba tan implicada como nosotros.

Las primeras concentraciones en la Puerta del Sol se convirtieron en portadas de los principales diarios internacionales. Los titulares en síntesis: "Jóvenes españoles, que tienen un paro del 40% y pocas expectativas de futuro, protestan por las duras recortes y ajustes del gobierno español". Los titulares de los hechos del Parlamento de Cataluña, decían aproximadamente: "Jóvenes colapsan la entrada de los políticos en el Parlamento de Cataluña el día que tenía que aprobar unos presupuestos con fuertes recortes sociales, incluso algunos políticos se ven obligados a entrar en helicóptero ".

Esta es pues la otra cara, esta no es tan neutra e idealista, sino que la movilización tendría unos propósitos claros y, visto desde fuera, no aparecería como muy diferente de lo que ocurre en otros lugares que han tenido que hacer ajustes y con fuertes crisis: Grecia, países árabes, etc ... Esta es la parte dura y que muchos quizás no querríamos ver, pero que sí por lo visto tienen en cuenta los llamados "mercados internacionales".

En esta doble alma se debate el movimiento. Comparto con Lluís Serra, compañero de blog, que la indignación siendo una reacción humana comprensible no deja de ser una reacción contra alguien, un objeto externo, un culpable, una situación. El indignado se siente víctima. Por un lado, ya sabemos socialmente que el hecho de presentarse como víctima mueve a la compasión y comprensión, normales ante personas que sufren abusos o situaciones injustas. Por otra parte, sin embargo , debemos decir que la indignación no es demasiado constructiva. De hecho la emoción de la ira o de enfadadarse no es más que una preparación del organismo para la acción. Cuidado, sin embargo, que la acción es la de atacar (!) el objeto que es percibido como amenaza.

La persona presa de furor enrojece, se tensa y se prepara para una respuesta agresiva, respuesta que no lleva a cabo ya que este es el funcionamiento de las emociones humanas. Sin embargo de la indignación al odio y la violencia hay un paso muy pequeño, infranqueable para la mayoria, pero muy directo y normal para otros. Este parece ser el legado de Hessel, con el "indignaos!". Ahora parece que todo el mundo tenga que indignarse, y que la indignación sea positiva. Se indignan los jóvenes y también los políticos ... Puede llegar a parecer, incluso, que si no te indignas suficientemente, no tienes razón!

Dejemos bien claro pues que esto de indignarse es socialmente insostenible y, además, personalmente no es muy recomendable. Y es que mientras uno está indignado es difícil que haya argumentación y razonamiento.

Ya San Gregorio Magno en su Regulae Pastoralis (como muy bien explica también Lluís Serra en su tesis doctoral) decía que "los iracundos atacan incluso los que se les doblegan, promueven la ocasión de reñir, disfrutan con el trabajo de contender, ... Al alma llena de furor todo lo bueno que se le dice le parece malo" (Cap. XVI, pág. 177). Podemos tener, por tanto, dudas que la palabra "indignados" sea la apropiada para estos jóvenes ilusionados, como Joan. Parece difícil que la indignación sea compatible con la imaginación de futuros mejores, con las respuestas imaginativas, con la creatividad, que muchos querrían, y en cambio que no acerque el movimiento hacia la rigidez, las reacciones directas, poco reflexionadas y movidas por resortes comprensibles ante el drama que muchos están viviendo con la crisis actual.

No me gusta dejar los temas abiertos pero éste, de momento, hay que dejarlo así: como una tensión entre polaridades en la que juegan motivaciones muy reales, interpretaciones imaginativas favorecidas por el contacto de las redes sociales y esquemas convencionales de lucha social bien conocidos por los que ya tenemos una cierta edad.

http://www.catalunyareligio.cat/blogs/jgallifa

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